Agradecimientos otoñales

 

High Park en Otoño.

Vigesimosegunda entrada. Escribo estas líneas estrenando mi condición de tío treintañero. El cambio de década y de estatus familiar ha ocurrido tan repentinamente como apareció el otoño para reemplazar un verano traicionero que, como siempre, se marchó sin avisar.

Octubre se ha presentado con temperaturas bajas y días grises pero también ha dado un nuevo colorido a los árboles que, con el sol asomando tímidamente, llenan el paisaje urbano de espectaculares rojos y amarillos.

Mientras tanto, en el cercano río Humber, los salmones luchan contra la corriente que les trata de impedir un destino inevitable: la muerte. Es una época de cambios que quizás esté afectando ligeramente mi prosa, aunque culparé de ello a dos galanes y a un periodista paria.

En tres semanas acabará mi aventura canadiense y volveré a ese abismo que llamamos España. Sin ánimo de caer en lamentaciones fútiles, he de reconocer que de un tiempo a esta parte tengo la extraña virtud de disfrutar del presente con nostalgia. En otras palabras, estoy echando de menos este país estando aún en él y exprimiendo al máximo mis ratos de ocio.

Esta semana, sin ir más lejos, he ido al partido de baloncesto de los Raptors contra el Real Madrid, he visto un emotivo documental sobre la situación de los homosexuales en Uganda –Kall Me Kuchu-, he tomado unas cervezas con los couchsurfers en Sneaky Dees y acabo de asistir al recital de Regina Spektor. Una semana completita.

Todo ello sin contar que recibí durante el fin de semana la visita de Alejo, mi amigo de Washington, que se lo pasó en grande jugando a fútbol con los españoles en pleno Queen Street, en una noche de sábado que pasará a la historia por el balonazo que Jorge estampó perfectamente contra la ventanilla de un taxi.

Ese estelar chut fue el preludio del Barça-Madrid, el partido que menos me interesa del calendario futbolístico internacional pero que aproveché para regar con una exquisita sopa francesa y una buena pinta de Mill Street Cobblestone Stout en un pub irlandés, Scallywags.

La noche del domingo celebramos Acción de Gracias en petit comité en casa de Emily, una canadiense encantadora que es fan de Arcade Fire y Social Distortion. Tanto ella como Astrid prepararon una abundante cena en la que substituimos el manido pavo por pescado. Creo que ese fue un buen colofón para el fin de semana de Alejo, con quien ya comparto anécdotas dignas de la época de nuestros padres.

Supongo que el Día de Acción de Gracias -que en Canadá se festeja un mes antes que en EE.UU.- acentuó esa “nostalgia del presente” que sospecho que me acompañará hasta mis últimos días en el país de la hoja de arce. El detalle de Emily de invitar a cuatro ‘expatriados’ a su casa y compartir con nosotros los recuerdos de un día tan especial para ella me motivan a enviar unos cuantos agradecimientos que van dirigidos a los que han hecho de mi experiencia canadiense una vivencia inolvidable.

Pienso en Astrid, que empezó como compañera de periodismo y se ha convertido en mi mejor amiga en Toronto. Gracias a ella también conozco, entre otros, a la dulce Emily y a la alocada Ali. También tengo que agradecer a la comunidad de couchsurfers, empezando por Don, que me acogió los primeros días y que me invitó a una maravillosa cena a finales de septiembre, y siguiendo con grandes personajes como Todd, Eddy, Matthias, Dan, Jon, Carlos, Agnieszka, Julieta, Oriol, Sofía, Dominic, Suhail, Zoubin, Priyanka y Katarina, por citar unos cuantos.

Si no he añorado mi casa es porque aquí he conocido a españoles de primera clase que me recuerdan lo mejor de España. Desde mis amigos de la Eurocopa –Alfredo, Alberto, Gonzalo, Rubén, David, Elena y Teresa– hasta los que ahora considero mis auténticos camaradas, el periodista paria Jorge y el ingenioso ingeniero Alejandro, cuyo humor sólo se cultiva en tierras españolas. Tampoco quiero olvidarme de Gala y Priscila, de la experta en tenis Ashleigh, ni de Alejo y Marie-Eve, que me descubrieron Washington y Montreal.

También quiero reconocer a Danielle, Chang, Derek, Chris, Jodi, Ian, Andrew, Siobhan, Matt, Gaelle y todos los que han animado los jueves con el partidito semanal de touch-rugby.

Del trabajo no suelo hablar mucho pero me gustaría recordar la generosidad de Elia, la amabilidad de la uruguaya Elisabeth y, porqué no, a Eduardo por darme la oportunidad de estar en Toronto (vía Núria). También quiero citar a otros tres colombianos, el todoterreno Ciro, Alfredo y Juan Ríos, conocido como el Cónsul de Cúcuta. Otro clásico es el gnóstico Jim Ross, el hombre que nunca bota, con quien nos hemos echado unas cuantas risas.

Como se suele decir en estos casos, no están todos los que son pero sí son todos los que están.

Por último, y a riesgo de sonar ñoño, quisiera agradecer a los que se han preocupado por seguir mis pasos en Canadá. No voy a regurgitar más nombres porque -como habréis podido comprobar- es receta para mala lectura y me dejaría una lista de olvidados. Aún así, me permitiré la excepción de mis padres -siempre fieles con sus cartas-, de los Mollo-Blanco, que se acordaron de mi para mi cumpleaños, y de mi hermana Emily, que me ha dado un pequeño motivo para cruzar el Atlántico. Welcome to the world, Liam!

To have reached thirty is to have failed

Acerca de Indivisual

Born and raised in Barcelona, as a child I spent my summer holidays in England, between London and Kent. I worked in the French region of Franche-Comté in 2011 and I'm a year later I started a new adventure in Canada. After spending 2013 in Italy, and after almost 3 years in Slovakia, I started traveling again in Myanmar (2016). After a spell in Europe, including Romania and the British Isles (summer 2019), I begin a new adventure in Mexico (2020).
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3 respuestas a Agradecimientos otoñales

  1. maria dijo:

    Tenemos ganas de verte, uncle James, y que nos cuentes de primera mano tus aventuras canadienses….
    Una parte de tu corazon, quedara por siempre alli, pero eso es genial, porque asi tienes excusa para volver!!
    Buen viaje!

    Maria

  2. Javi dijo:

    Lo que más importa es que los recuerdos seguirán acompañándote siempre y esos momentos de los que disfrutas y has disfrutado, ¡no te los quitará nadie!.

  3. sucomo dijo:

    Has tenido la suerte de vivir una experiencia maravillosa y conocer a personas que merecían la pena ser conocidas, aunque esto no suele ser casualidad, la buena gente se busca y se encuentra entre ellos.
    Seguro que en Toronto siempre tendrás amigos que se alegrarán con tus futuras visitas, no dudo que también alli has dejado huella en las personas que te han conocido.
    Pero ahora ya nos toca a nosotros, ¡tenemos ganas de verte!

    Hasta pronto

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