Un día en las islas

Skyline de Toronto desde el lago Ontario.

Decimoctava entrada. Con cerca de dos millones y medio de habitantes, Toronto es la ciudad más grande de Canadá y la quinta más poblada de América del Norte. Sin embargo, sólo hace falta un viaje de 15 minutos en barco hacia Toronto Islands para aislarse del bullicio urbano.

Hacia allí me dirigí el sábado junto a Jorge, mi compañero de trabajo y de salidas nocturnas, y Sofía, una extremeña muy simpática que está llegando al final de su estancia en Canadá.

El acceso a las islas, que en realidad es una isla rodeada de pequeños islotes, es muy sencillo. Pagando siete dólares, obtienes un billete de ida y vuelta válido para todo el día. Al ferry pueden subir cochecitos de bebé y bicicletas, el único medio de transporte permitido en las islas si exceptuamos tándems, kayaks, canoas y pequeñas embarcaciones.

La frecuencia de los ferrys, al menos en verano, es muy alta y parten desde Harbourfront con destino al centro y los extremos de la isla. En el oeste, existe un diminuto aeropuerto, Toronto City Centre Airport, que se utiliza para vuelos internos. Pero ni el aeródromo ni la proximidad con downtown Toronto impiden sentirse durante unas horas fuera de la gran ciudad y, por esa razón, acuden muchas familias a pasar el día, ya sea haciendo barbacoas, practicando deportes o, simplemente, relajándose en el césped y en las playas.

Aprovechando el sol y el buen tiempo, me di un baño en el lago Ontario y al fin me reencontré con esa sensación de libertad que produce nadar en la naturaleza. La única diferencia con, por ejemplo, el Mediterráneo, es que el agua era dulce y que tenía vistas a la CN Tower, esa torre que domina el ‘skyline’ de Toronto. Fue un gusto bañarse en el lago, que no estaba ni sucio ni frío, aunque me entran escalofríos sólo de pensar en cómo será en invierno.

Tras el baño y el paseo en bici, me reuní con Alejandro, un madrileño muy enrollado que trabaja como ingeniero en el metro de Toronto, y su novia italiana, Silvia. Antes de “volver al continente” -como diría Jorge-, tuvimos tiempo de saludar a más españoles que están ganándose la vida en Canadá y nos hicimos las fotos de rigor con el ‘skyline’ de fondo.

La jornada acabó en un restaurante en Koreatown que sirvió para reponer fuerzas después de tantas horas de sol y de buenas vibraciones en las islas. Aunque dicen que el verano toca a su fin, algo que se empieza a notar por las noches, el buen tiempo aguantó todo el fin de semana.

El domingo lo despedí junto a Sofía en el concierto de Teenage Bottlerocket en el legendario Horseshoe Tavern. Allí tuve la descarga de adrenalina necesaria para afrontar una nueva semana de mi aventura canadiense. Próximo destino: Montreal.

Acerca de Indivisual

Born and raised in Barcelona, as a child I spent my summer holidays in England, between London and Kent. I worked in the French region of Franche-Comté in 2011 and I'm a year later I started a new adventure in Canada. After spending 2013 in Italy, and after almost 3 years in Slovakia, I started traveling again in Myanmar (2016). After a spell in Europe, including Romania and the British Isles (summer 2019), I begin a new adventure in Mexico (2020).
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