Últimos días en Toronto

Honest Ed's, un centro comercial muy antiguo entre The Annex y Koreatown.

Vigesimocuarta entrada. La aventura neoyorquina altera mi último fin de semana en Canadá, que vivo a contrarreloj. Mi ya ex-jefe me despierta el viernes por la mañana diciendo que tengo que hacer las maletas porque llegan nuevos inquilinos al piso. Con las prisas, amontono todas mis pertenencias y, por la tarde, llego a casa de Dan, un amigo couchsurfer acostumbrado a recibir visitas en su acogedor ‘basement’.

Zach, su compañero de piso, está preparando una fiesta para sus compañeros de clase, con lo cual decido ir al concierto de Sheezer, un grupo femenino que rinde tributo a Weezer. Antes de eso, ceno con Astrid en un restaurante mexicano en Kensington. Echaré de menos las propuestas gastronómicas y culturales de Astrid, que me ha recomendado algunos de los mejores restaurantes de la ciudad.

La estación de metro de Museum.

Lo primero que noto desde que volví de Nueva York es el cambio de temperatura. Necesito calcetines gruesos, guantes y gorra de lana para no congelarme las extremidades. Por suerte, una vez dentro de los locales, la calefacción te quita el frío de golpe.

En Lee’s Palace, una famosa sala de conciertos situada en The Annex, disfruto de las canciones de los primeros discos de Weezer cantadas por las componentes de Sheezer, ataviadas para la ocasión con disfraces de Kiss (efecto Halloween). Tocan los temas míticos de ‘Pinkerton’ y ‘Blue Album’, un “clásico básico” como dirían las hermanas Janés. Cuando suenan las notas de “Undone (The Sweater Song)” -la primera canción que jamás escuché de la banda de Rivers Cuomo-, las chicas invitan al público al escenario para recrear los diálogos de la grabación original del álbum azul. Muy divertido y muy buen rollo. ¡Cómo me gusta Weezer!

La torre CN, símbolo de la ciudad.

El bolo de Sheezer marca el final de una larga lista de conciertos que empezó precisamente en Lee’s Palace con The Revival Tour a finales de marzo. Desde entonces, he tenido la suerte de ver en directo a Cancer Bats, Frank Turner, The Hives, Gogol Bordello, Mariachi El Bronx, Mahones, Teenage Bottlerocket, NOFX, New Found Glory, Offspring, Two Gallants, Regina Spektor, Social Distortion, Blitzen Trapper y un sinfín de grupos locales e internacionales que han hecho de mi estadía en Toronto una experiencia muy musical.

Al volver del concierto, me encuentro con los restos de la fiesta de Zach. Pululaban por el piso ocho chicas adolescentes con ciertos signos de embriaguez. Estuve escuchando su conversación durante un rato pero, cansado, me fui a dormir en uno de los sofás.

'Lake and Mountains', de Lawren Harris.

El sábado por la mañana aproveché para visitar el AGO, el museo de bellas artes de Ontario, que alberga una selección de pinturas del ‘Grupo de los 7’, una generación de paisajistas canadienses que se dio a conocer a principios del siglo XX. Personalmente, me quedo con los cuadros de Lawren Harris y Franklin Carmichael. También di un repaso a la exposición de Diego Rivera y Frida Kahlo y, aunque soy reacio al arte contemporáneo, quedé sorprendido por las estiradas figuras humanas del escultor local Evan Penny.

Tras el museo, Astrid y yo repusimos fuerzas con unos ‘dumplings’ chinos, momento que aproveché para acabar de organizar mi fiesta de despedida.

El punto de reunión fue The Lab, un bar en The Annex donde trabajan los seguratas más simpáticos de Toronto, entre ellos Dan. Los primeros en llegar fueron David y Elena, directos desde Hamilton. Junto con Alberto, el granadino más cachondo de la ciudad, empezamos a improvisar la segunda parada de la noche: una ‘house party’ en casa de Gonzalo, el madrileño.

Poco a poco, aparecieron los demás invitados, hasta conseguir una buena mezcla de españoles (David, Elena, Alberto, Teresa, Alejandro), canadienses (Eddy, Dina, Ash, Katie, Mark, Jodi, Matt, Emily) e internacionales (Amaro, Agnieszka, Ali, Gaëlle).

La fiesta en casa de Gonzalo resultó divertida -gracias, amigo- hasta el punto que los guardias de seguridad de su ‘condo’ le pidieron que bajase un poco la música. Cuando se acabó la bebida, volvimos a The Annex y optamos por The Dance Cave, la sala nocturna de Lee’s Palace, donde sonaron Blink-182, Weatus y “La Bamba”, entre otros éxitos.

The Destroyer, especialidad de Sneaky Dee's.

El siguiente paso hubiera sido un karaoke en Koreatown, pero los coreanos no estaban preparados para nosotros así que, con la fiesta tocando a su fin, bajamos hasta la esquina de College con Bathurst, donde se encuentra el mítico Sneaky Dee’s. Allí acabamos la noche con, no uno, sino dos ‘Destroyers’.

El ‘Destroyer’ es un plato acuñado por los miembros de Cancer Bats, un grupo de punk-metal que tuvo la brillante idea de mezclar ‘poutine’ (patatas fritas, salsa de carne y queso) con tomate, guacamole, jalapeños, crema de yogur y todo lo que se tercie. De madrugada, lo devoramos como cerdos y nunca algo tan repugnante me ha sentado tan bien.

No hace falta decir que dormí como un ángel y, gracias al cambio horario, gané tiempo para rehacer las maletas y realizar las últimas compras. El frío y la oscuridad acompañaron mis últimas horas en Toronto y, después de compartir un melancólico café con Ali y Astrid, me despedí de la calle Queen con un paseo en bici.

El tranvía de Dundas Street.

Pasé por casa de Dan para recoger las maletas y entregar una llave que no utilicé en todo el fin de semana (la puerta de su casa siempre está abierta). Cargado con treinta kilos de recuerdos, me dirigí hacia el aeropuerto para poner punto y final a mi aventura canadiense.

Han sido siete meses de mi vida que jamás olvidaré. Cualquier tristeza que sienta por esta despedida se debe a los paisajes, las amistades y los momentos de felicidad que dejo atrás. El tiempo se encargará de mitificar el pasado y de alimentar la nostalgia, pero no cambiaría esto por nada del mundo. Goodbye Toronto. Thank you Canada.

In the Winter of your youth
You longed for something else than your life upon the shelf
Out upon the open road you learned to say goodbye
Such a lovely day to die

Acerca de Indivisual

Born and raised in Barcelona, as a child I spent my summer holidays in England, between London and Kent. I worked in the French region of Franche-Comté in 2011 and I'm a year later I started a new adventure in Canada. After spending 2013 in Italy, and after almost 3 years in Slovakia, I started traveling again in Myanmar (2016). After a spell in Europe, including Romania and the British Isles (summer 2019), I begin a new adventure in Mexico (2020).
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